La vida transcurría con normalidad, y hasta con cierta monotonía, en el instituto de educación secundaria número 2. Como en otros tantos centros educativos ubicados en poblaciones pequeñas. Dificil cuestión adivinar si se aburría más el alumnado que el profesorado, hartos de ver las mismas caras año tras año.
Ya entonces se decía que en los pueblos nunca sucedía nada, que lo verdaderamente importante tenía lugar en las ciudades.
Sin ninguna duda, los hechos acaecidos en el I.E.S. n.º 2 constituyeron la excepción a la norma general, erigiéndose durante un tiempo determinado en centro mundial de la atención informativa.
Unos asesinatos, tan salvajes como incomprensibles, terminaron por convertirse en punto de partida de una gran revolución que bien pocos acertaron a pronosticar.
Tanto los docentes como los estudiantes que vivieron en persona aquellos hechos todavía intentan, sin éxito, borrarlos de sus memorias para siempre. Ser los primeros en cruzar las puertas del infierno comportó sentir su fuego abrasador mucho más cerca que los demás.
Sean bienvenidos a la verdadera historia de este instituto. Ah, y manténganse a una cierta distancia, por su propia seguridad.